HISTORIAS DEL BAJO VIENTRE

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lunes, 28 de marzo de 2011

CRIMEN EN LA ZAMBRA

CRIMEN EN LA ZAMBRA

La Alhambra despedía reflejos dorados contra la catedral de Granada, como acostumbraba a hacer en cada atardecer, manteniendo viva una rivalidad de siglos. Le demostraba que por muy cristiana que fuera, siempre estaría subordinada a la belleza infiel de sus muros y torres.
Descendía por el Darro un barquito de papel, sorteando piedra y vegetación. De vez en cuando se detenía y su segundo de a bordo miraba hacia lo alto tratando de identificar a algún triste ascendiendo por el paseo, pero solo apreciaba pelos panochas y caras sonrojadas de turistas, tratando de hacer la digestión de la cena de tapas que les mantendría toda la noche en blanco: Y no por arte de letra sino por “mala follá” de un camarero, que harto de “espikininglis” había rociado de tabasco la fuente de embutidos de la tierra.
Uno de esos turistas era Sean Connery, un escocés más feo que el “Diablo Cojuelo”, estibador en sus años mozos, y que, actualmente, bastante tenía con cargar con su barriga cervecera, pues, aquí, entre nosotros, les confesaré que los estibadores escoceses prefieren ponerse ciegos de pintas de cerveza antes que de su afamado whisky ( escrito con w e y, que para eso es escocés).
Se dirigía, entusiasmado, hacia el Sacromonte. En concreto, le habían hablado de un barucho situado en el Olimpo de los miradores. Un banco de hierro sobre el suelo arenoso, le permitiría ver a La Alhambra y a El Generalife tirándose los tejos en función de la dirección del viento. Solo a base de botellines de cerveza encadenados, en cantidad de siete mil quinientos, se conseguía acabar con la visión de ese embrujo. Una anciana gitana, vecina de cueva adosada al bar, te mostraba su casa club a cambio de la voluntad. Entre su colección de voluntades se encontraban unos poderes bastanteados, la bicicleta con la que Contador pensaba ganar la carrera del clembuterol, y, la que más apreciaba, un beso de un niño de tres años que, instantes después, falleció despeñado al sufrir su madre un ataque de belleza irreversible mientras le sostenía en brazos al borde del barranco que separa el alma gitana del alma mora.
Sean bebió y bebió hasta que la manilla larga alcanzó las 6 para que fuesen las 21.30. Los relojes siempre tan engañosos. Con los ojos color etiqueta de San Miguel, a duras penas, logró incorporarse y encaminarse hacia la zambra de María La Canastera, con el fin de asistir al espectáculo en su primera sesión. Siendo evidente su intoxicación etílica, las probabilidades de entrar en el templo flamenco eran escasas, pero no hay nada como confundir tres billetes de cinco euros con otros tantos de cien, para despertar la caridad cristiana en el responsable del acceso del respetable público. Eso sí, le sentaron al fondo, y no le metieron dentro de los que fueran los aposentos de La Canastera, por respeto a la finada.
Dio comienzo el espectáculo. Sean cayó en los que poetas denominan duermevela y los castizos, amodorramiento por cepo. No había perdido el conocimiento, pero no conocía a nadie. Por ello, desconoció a Sara Heredia, que canta como los demonios angelicales, mientras su marido Antonio acaricia a la guitarra para que las cuerdas anticipen a su hembra que pronto ella sustituirá a la gitana de madera. Desconoció a Manuela, apodada El Rostro, porque cuando las facciones de una cara son perfectas, no pueden ser otra cosa sino un rostro. Desconoció a La Negra, que tiene nombre, pero lo pierde cuando se pone el vestido y se ajusta las medias. Los desconoció a todos, atrapado en espuma amarillenta.
Anochecía en Granada. Un hombre, bamboleándose, cantaba a Manolo Escobar iluminado por la luna, mientras descendía con destino a los payos. Y el “que Viva España” iba asesinando el alma de tantos gitanos que poblaron el Sacromonte cuando Castañuela era algo más que un nombre de yegua jerezana.

Madrid, 28 de Marzo de 2011

16 comentarios:

  1. Una buena borrachera precede a una buena resaca.
    Espero que con sus defectos y sus virtudes disfrutaras de esta ciudad.
    Me gustó mucho tu intervención y ese toque original y único de tus letras.

    Besos

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  2. Vuestra ciudad,Leni,el único defecto que tiene es que carezca de puentes levadizos para no poder abandonarla nunca.

    Gracias por tus palabras.

    Un beso

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  3. Disfruté con tu compañía dos antes del ultimo jejejejejeje, me rei como pocas veces, eres muy bueno y que conste que ganas en persona.

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  4. Gracias Lola.

    Persona 1 Foto 0

    Un beso

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  5. Qué grande eres, Luis. Ese toque humorístico en el relato es realmente delicioso. Un abrazo, amigo.

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  6. Toy totalmente de acuerdo con Lola....Ganas en las distancias cortas....mucho....(ummmmm...verás...al final la liamos...ajajaj).
    Encontré tu escrito..."Con la A"...Me lo guardo....es genial, genial....No me "jarto" leerlo...
    Mil besos Luis...

    P.D. Ahora que caigo..yo soy Maria Luisa...ajajaja.....Marisa...Elizabetta es un seudónimo que nació por una historia de celos..Ya te la contaré...

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  7. Un excelente escrito.
    Un buen rato el que pasamos, y tu poema, como te dije, un lujo, para algunos completamente inmerecido.
    Un abrazo.

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  8. Pobre Sean Connery, que pena me da, ir a Granada y no disfrutar de la ciudad.Esta servidora estuvo este finde (No se si se habrá enterado usted, que aparecieron por allí un grupo de poetas locos, que ademas de recitar a la Alhambra y a Granada, disfrutaron de sus rincones mas emblemático,sus f tapas y les dio tiempo de ver el Darro y su barquito de papel). Que penita que solo disfrutara de las pintas. Un abrazo

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  9. Yo no estuve, Luis, pero una vez leído tu relato, me parece como si hubiese estado toda la noche con vosotros en "La Canastera". Si a eso le sumas las fotos que se han colgado, ya para morirse.

    Nos vemos en Sigüenza... espero que esta vez si.

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  10. Gracias Antonio, Jorge y Manuel. Como los 3 Reyes Magos me regaláis vuestras palabras.

    Un abrazo

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  11. Marisa: Yo, liar me lío encantado, pero si luego hay nueva historia de celos y tienes que cambiar el Elizabetta por Romualda, no me pidas responsabilidades.

    De momento, los mil besos los dejo en quinientos, que no hay que abusar

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  12. Nunci: Sean es así. Bebedor y abandonado, sin dotes para apreciar la belleza que le rodea.

    Un besito

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  13. Eres un lujo!! Pero qué humor tan fino y bien plantao... Un aplauso de pie!!! Mira qué es tonto ese Sean, venir a Graná pa beber cerveza y no ver ná de ná... ay, qué cabecita tiene el gachón... y qué ingenio el tuyo!!

    A mandar, amigo, que desde esta Granada mía voy a seguir tus pasos (en letras, que no cunda el pánico).

    ¡Un abrazo!

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  14. Gracias Mara.

    ¡Que mejor sombra literaria que tú!

    Un abrazo

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  15. Fue un placer la visita a ese templo, con más o menos whisky (con "w" e "y"), y precioso el poema que les dedicaste.
    Espero que en Sigüenza pongas tú también el broche de oro, como en Granada.
    Un beso, poetapijo.

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  16. Creo que más que broche de oro fue una huída hacia adelante...ja ja.

    Un beso, Irene

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