HISTORIAS DEL BAJO VIENTRE

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jueves, 8 de diciembre de 2011

LAS DESPEDIDAS SIEMPRE CAEN EN JUEVES

LAS DESPEDIDAS SIEMPRE CAEN EN JUEVES

Fue un jueves. Ese día sandwich de la semana que sabe a mostaza o tomate dulce según sople el viento de la vida. Ella me llamó.

-Suegro, mi padre se muere.
-¿Cómo lo sabes?
-Lo sé, sólo los médicos son los únicos que no se enteran.
-Debes confiar en ellos.
-Ya no confía ni él mismo. Me ha pedido que vaya a despedirme esta tarde a su casa. La casa que fue la mía. La casa que nunca se olvida pese a que tu cuarto haya sido reconvertido en despacho para escribir una novela inacabada. Ayúdame, suegro: ¿qué le digo?

Me quedé unos segundos pensando, pero no era capaz de darle consejo.

-¡Qué preguntas tan tontas que hago!: Tú no te estás muriendo.

Y no fui capaz de decirle que sí me estaba muriendo. Que dentro de dos meses me echaban de la empresa, que debía dinero a todo el mundo menos a mí, y que le había comprado una pistola a un amigo de un amigo de un amigo.

-No le digas nada, sólo abrázale.
-Gracias, suegro, no esperaba menos de ti.

Se despidió ese jueves. Murió al jueves siguiente. Me despidieron un jueves, dos meses más tarde como me habían prometido. Y al jueves siguiente me metí la pistola en la boca. No fui capaz. De la impotencia de mi cobardía sólo saqué un hematoma en el paladar. El dolor de no atreverse y el dolor de no encontrarse. El dolor que a partir de ese día lucho por anestesiar. Ha pasado el tiempo y todavía me duele algún jueves. Mañana será jueves pero no tendré tiempo para que me duela. Debo despedirme de mi hijo, pues, nuevamente, son los médicos los únicos que no se han enterado.


Madrid, 7 diciembre 2011


Nota del autor

Relato express escrito incorporando la frase: "y todavía me duele algunos jueves", que resultó ganador del concurso de Los Diablos Azules de esa semana.

viernes, 2 de diciembre de 2011

ENCUENTRO DE POETAS ANDALUCES EN CORDOBA

A la sombra de la mezquita, al sol de la mezquita, a la noche de la catedral, a la mañana de la catedral, se demostró que la poesía une, igual que rezan juntos musulmanes y cristianos porque seguro que el Dios de cada uno le pasará al otro aquellas oraciones que se hayan equivocado de dirección.

Este poeta madrileño se vistió de Andalucía mojándose con los recuerdos de su playa onubense y fue admitido con generosidad y calidez por los de denominación de origen.

Gracias amigos, Gracias Poesía, Gracias Córdoba.