HISTORIAS DEL BAJO VIENTRE

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sábado, 13 de noviembre de 2010

LA FIESTA DE JUAN PINILLA

Juan es un enólogo abuhardillado que se ha traducido al young forever.

Para ello cuenta con la inapreciable ayuda de una niña que saca buenas notas: Notas de traductor.

Ella tiene dos amigas. Martasol rumbo a Río, con ojos de Olimpiada, y un prodigio chino capaz de hacer montar a un tinto en bicicleta.

Las tres entran a hacer pis juntas y el prodigio siempre sale con un traje diferente.

La hermana de Juan tiene nombre de apellido de poeta urbano aunque no escribe. No le hace falta porque tras su mirada hay todo un argumento.

Y la madre de los dos nos acompaña reencarnada en croqueta.

Hay también una chica anuncio que se hace a sí misma y esconde un sujetador verde a prueba de alcohol.

Un pollo gana premios por votación popular cuando el pueblo es de culto y sabe a quién elige. Tan listo es que me apodó Brad Tip, nada más verme.

Hasta el cable azul se descuelga desde el cielo para servir de lámpara cerca de las botellas.

Jesús viene con su María Magdalena y con ella se va trucando boina en gorra, como su propio nombre no indica.

Y a todo esto, Leire, activa machadiana, va descolgando Cristos de lo alto del madero.

No es la musa sanitaria de un alcalde deslenguado, sino el sueño que empolva a un casi catedrático.

Al despedirme de ella, rayada por el vino, un beso repetido me trasladó sus siglas para que así pudiera sumarme a convergencia.

Tanta cerveza bebí, que "la pene" se puso mirando a Valdelatas y fui muñeco de El Mago de Oz camino a Judy Garland.

En la fiesta de Juan perdí las claves que siempre me acompañan.

Tal vez por eso me desperté literatura.

Gracias amigos por bañarme en imágenes. Esta tarde mis horas caminan con vosotros. Y un sinfín de ballenas a chorros me hacen arco.

En la fiesta de Juan cerré la puerta sabiendo que en el asilo todavía pueden esperar.

Un beso y un abrazo, si es que aún os queda sitio