HISTORIAS DEL BAJO VIENTRE

HISTORIAS DEL BAJO VIENTRE
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viernes, 23 de septiembre de 2011

ESCENA DE BERTOLDO Y LAS ARPÍAS

ESCENA DE BERTOLDO Y LAS ARPÍAS

Chalet de chico bien. Olmos, robles y pinos piñoneros. Piscina climatizada por el sol. Las arpías toman el sol solo con la parte de arriba del bikini puesta. Bertoldo sale al porche y enchufa la aspiradora. Pretende aspirar a un polvo.

Arpía 1: Bertoldo, Bertoldo: ¿Te quieres casar conmigo?
Bertoldo: ¿Y cómo harás por la noche?
Arpía 1: Dormir y roncar.
Bertoldo: No, no, que me despertarás.

Me aproximé a la Arpía 1 y le depilé la parte izquierda de su intimidad.

Arpía 2: Bertoldo, Bertoldo: ¿Te quieres casar conmigo?
Bertoldo: ¿Y cómo harás la fabada?
Arpía 2: Con judías transgénicas.
Bertoldo: No, no, que soy pro palestino.

Me aproximé a la Arpía 2 y le trasplanté el vello de la Arpía 1 en su intimidad derecha.

Arpía 3: Bertoldo, Bertoldo: ¿Te quieres casar conmigo?
Bertoldo: ¿Y cómo hará para cazarme?
Arpía 3: Joder y follar.
Bertoldo: Pues contigo me he de masturbar.

Me dirigí a Bertoldo ofreciéndole un guante de latex en bandeja de plata, junto con unas tijeras.
Él ordenó que le cortase al guante la punta de los dedos.
Así lo hice y comencé a andar, aún, con temblor de piernas en dirección a la casa.
Seguramente soy el único mayordomo de la urbanización que trabajo con mis vergüenzas al aire.
Cuando las piernas tiemblan, el epicentro se balancea al mismo ritmo.
El sol dejó de calentar a la piscina y me atravesó el culo con un rayo.
Bertoldo ya había terminado.


Madrid, 21 de septiembre de 2011



NOTA DEL AUTOR

Relato express escrito incorporando la frase: “ y comencé a andar, aún, con temblor de piernas”
Resultó ganador del concurso de esa semana en Los Diablos Azules.

jueves, 8 de septiembre de 2011

NOCHE DE MOJITOS

NOCHE DE MOJITOS

Aquella noche se había prolongado más de la cuenta. Suele pasar cuando no te planteas salir de marcha y, de pronto, la cosa se lía y se lía. Conocedor de su propensión a no saber aguantar la bebida, empezó con bebedizos sin alcohol, tipo zumo de alubias o de berenjena. Pero en un momento dado, que no recordaba exactamente cuándo fue, se tomó el primer mojito. Y de mojito en mojito, terminó más empapado que las pezuñas de los leones de la Cibeles. Luego vino un periodo de oscuridad irrecuperable para la memoria. La luz se hizo, encontrándose tirado, encima de la tumba de Larra, a eso de las cinco de la mañana. Fue incapaz de recordar cómo había llegado hasta allí. Posiblemente, debió haberse producido algún fallo en la seguridad del cementerio. Trató de identificar la Osa Mayor o Casiopea, pero sólo fue capaz de situar las luces de un avión que vendría de Sri Lanka o las Islas Fidji. Sonaron las campanas de las iglesias de Madrid. Sonaron todas, algunas un poco desfasadas, por lo que dieron las veintitrés. Miró la hora en el móvil. ¡Las ocho! Tenía que estar en clase de anatomía a las nueve. Salió disparado. A las nueve menos dos minutos entró en el ascensor de la Facultad de Medicina y comenzó a desnudarse precipitadamente. Justo a las nueve en punto se subió a la tarima del aula. Cuando entraron los primeros alumnos se sorprendieron de ver al esqueleto con unos zapatos puestos. Habían empezado las novatadas.


Madrid, 7 de Septiembre de 2011


NOTA DE AUTOR

Relato express escrito incorporando la frase: “y comenzó a desnudarse precipitadamente”.
Resultó ganador del concurso de esa semana.